Fin de la vanguardia.

A fines de la década de los 60, con el triunfo del pop art, la institucionalización de la vanguardia era un hecho: la sociedad había asimilado lo vanguardista. Pero la vanguardia, un arte que supone ruptura, puede soportar cualquier cosa menos su institucionalización, ya que esta la vacía de contenido. La asimilación de la vanguardia termina con su razón de ser. Por eso, junto a su éxito llegó su fin.